Martín Caruso – LinkedIn
Las nuevas formas de comunicación digital están reconfigurando las maneras en que nos vinculamos con los demás y con nuestro entorno. Surge así una oportunidad para la antropología, que es interesarse en estas nuevas opciones que el mundo virtual propone y posar su mirada sobre las consecuencias que este fenómeno genera para las relaciones humanas.
Aquí os cuento sobre el caso de los GIF y los emoji.
En la actualidad los smartphones son prácticamente una extensión del cuerpo y dispositivos como notebooks o tablets son componentes de la gran mayoría de los hogares. Lo que esto ha generado en los últimos 20 años es que progresivamente hemos ido incluyendo más y más dentro de nuestro lenguaje las formas comunicativas propias de esos aparatos que se han transformado en herramientas elementales de nuestra vida cotidiana. Por ello, hemos tenido que adaptar nuestras maneras de comunicarnos a las opciones que dichos dispositivos nos brindan.
Este es el caso por ejemplo de dos de los elementos comunicativos digitales de moda actualmente: los emoji y los GIF. Estas imágenes quietas o en movimiento «están cambiando nuestro lenguaje en una cultura cada vez más visual» (Pérez Vizzón 2017).
Nuestra disciplina debe interesarse de manera urgente por este fenómeno, que altera tres conceptos clave que los antropólogos tenemos siempre en nuestras cabezas: cultura, identidad y relaciones sociales.
Usar los emoji y los GIF como vía comunicativa puede generar dos consecuencias significativas:
- Pérdida de especifidad:
- cultural- histórica y
- personal.
- Simplificación del lenguaje, ya que se vuelve más limitado.
Para “decir” algo usamos unas pocas de estas imágenes que narran todo un proceso emotivo-comunicativo, lo que puede quitarnos un abanico de alternativas discursivas particulares de cada cultura, de cada grupo, de cada persona. Coincido con Billie Brand acerca de las consecuencias del uso de la tecnología digital en la comunicación cuando apunta que
«en lugar de ampliar nuestro vocabulario, hemos vuelto a una forma de simbolización. Conforme la tecnología se acelera hacia el futuro, nuestras habilidades de comunicación se han quedado atrás» (Brand 2015).
Lo específico-singular del lenguaje se pierde, porque todos los dispositivos del mundo habilitan el uso de la misma serie de emojis, GIF, etc., creando dudosos sentimientos de emotividad, de expresividad y de libertad detrás de la idea de que todo aquél que posea un smartphone es libre de expresar lo que siente, de una forma más clara, más personal y única.
Sea lo que sea que queramos comunicar al usar estas imágenes, lo hacemos condicionados a priori por una serie limitada de tipologías seleccionadas por los productores. Esto está conduciendo, como escribe Irene Sanz, a que “la economía del lenguaje se ha vuelto nuestro día a día” (Sanz, 2016). Si a esto le agregamos que la mayoría de los usuarios utiliza un número bastante reducido del total del panteón de herramientas visuales disponibles, la especificidad de la persona a la hora de comunicarse y de relacionarse se diluye en una proporción altísima.
Los antropólogos debemos prestar atención a los nuevos desarrollos identitarios que generan y generarán estas nuevas maneras discursivas, ya que las cosas que queremos expresar y las formas mediante las que nos queremos hacer entender son alteradas y reconfiguradas a partir de iconos quietos e imágenes en movimiento, que utilizamos a diario desde nuestras apps para todo tipo de situaciones comunicativas.
Interrogantes para los antropólogos de hoy y de mañana
El nivel de libertad en la expresión es sólo el permitido por el dispositivo. Lo que por un lado creemos que nos hace más expresivos, más únicos y más cercanos a los otros, ¿no nos estará conduciendo por el contrario a una masificación emocional/comunicativa a escala planetaria? Si esto es cierto, ¿qué consecuencias traerá para las particularidades histórico-culturales?, ¿Cómo se verán afectadas las demás formas por las cuales nos comunicamos?
Estas cuestiones y otras que puedan ocurrirse a otros (deben ocurrírseles) no pueden pasar desapercibidas para profesionales que se encargan de analizar la realidad social, las relaciones entre personas y fundamentalmente la diferencia.
Referencias
Brand, B. (2015). El idioma del emoji: comunicación en la era digital. En Revista i-D
Pérez Vizzón, T. (2017). Ponele emoji a todo. En Revista Anfibia
Sanz, I. (2016). Cómo hemos simplificado la comunicación digital mediante GIFs y emojis. En mediossociales.es
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Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid, ES: Alianza Editorial.
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no lo habia pensado, una simplificación del lenguaje, es una simplificacion del pensamiento. Me recuerda a el libro de «1984»
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