Dr Jordi Colobrans es tecno-antropólogo, profesor asociado de la UB y fundador y administrador de Livinglabing S.L. Está especializado en el estudio de cultura digital, usabilidad, User Experience research y sistemas de innovación centrados en el usuario. Es autor de ‘Cultura, diseño y tecnología’ (2018) entre otros.
¿Cómo conseguiste tu primer trabajo como antropólogo? ¿Con qué retos, posibilidades y circunstancias te encontraste?
Jajaja. Mi primer trabajo como antropólogo lo hice antes de la carrera. Por eso estudié antropología. En aquella época me interesaba mucho la cultura popular. Luego en el tercer curso de carrera (1988) me contrataron de una asociación para evaluar el impacto de una serie de actividades de integración en barrios marginales. Al año siguiente colaboré como investigador con ACNUR en un estudio sobre el colectivo norte y centro africano en Barcelona y Mataró. Al quinto año de carrera estuve trabajando como educador de menores en centros especiales y aproveché para hacer trabajo de campo. Es decir, en mi primera época estuve dedicado a la antropología social.
¿En qué momento de tu carrera profesional te has desarrollado más como antropólogo?
Aunque desde el 1996 hasta el 2006 estuve diez años investigando en proyectos de comunicación y gestión del conocimiento, mi punto de inflexión profesional se sitúa en el año 2005 cuando empecé a colaborar en un proyecto europeo, EURODITE, sobre las dinámicas de los sistemas de innovación. Yo me encargué de estudiar el sistema de parques científicos y de innovación de Catalunya y el sector de las biotecnologías, es decir, sobre innovación científica y tecnológica. Esta investigación duró cuatro años y marcaría la línea que he seguido desde entonces: Ocuparme de la relación entre tecnología, sociedad y cultura, del mundo de la innovación y fijarme en el futuro en vez de en el pasado.
Más tarde colaboré con la Fundación i2CAT, donde organicé y coordiné la unidad de Living Labs hasta el 2014. Allí trabajé con ingenieros, desarrolladores y diseñadores en proyectos de usabilidad y pruebas de validación de la tecnología a partir de la experiencia de los usuarios.
En el 2009 me hice freelance y creé mi empresa, Livinglabing. Al tipo de antropología que hago le llamo tecno-antropología.
¿Cómo usas concretamente la antropología en tu trabajo? ¿Puedes compartir un proyecto en específico?
La antropología es mi trabajo. Trabajo como tecno-antropólogo. El mundo de la innovación es un espacio donde se requiere mucha investigación cualitativa, sobre todo etnografía práctica, mucha comunicación intercultural y mucha inteligencia cultural.
Los tecno-antropólogos trabajamos con personas para generar ideas, conceptos, diseños y prototipos, y validarlos. Además de ser nosotros mismos diseñadores de interacciones sociales, de conceptos (como el proyecto del LaborLab, donde enseñábamos a la gente a inventarse el trabajo), de espacios de investigación y de innovación (como los living labs), creadores de ecosistemas tecnoculturales y diseñadores de comunidades de usuarios, eventos creativos, etc.
Desde el 2005 habré trabajado en más de 50 proyectos. En la actualidad estoy participando en dos proyectos de creación de Living Labs, uno sobre prevención de radicalismo violento y otro sobre eDemocracia, eGovernment y eCitizenship para diseñar y experimentar con nuevas maneras de gobernar, de hacer política y de organizar las relaciones de poder entre los ciudadanos y sus gobernantes.
¿Qué aportas de particular como antropólogo a tus clientes?
La diferencia entre la antropología académica y la antropología profesional es que, como profesionales, una vez interpretamos la realidad, trabajamos para transformarla. Es decir, tenemos un doble trabajo: Entender el estado de lo existente y, luego, si se da el caso, transformar lo existente.
El mundo de la innovación es un mundo abierto al futuro, abierto al cambio. Siempre hay necesidad de, o de socializar las nuevas tecnologías para adaptarlas a las personas, de diseñar maneras para adaptarse al cambio, o de crear entornos complejos para transformar realidades existentes en otras.
¿Cuál ha sido el mejor consejo que has recibido en tu carrera? Basado en tu propia experiencia, ¿qué consejo darías tú a unx antropólogx principiante?
¿Consejos? He aprendido mucho de muchas personas, y sigo aprendiendo tanto de profesionales como de personas comunes. El mundo es una gran lección. No dejamos de aprender. Hay que mirar lo que ocurre en el mundo con interés, curiosidad y con ganas de entenderlo. Hay que jugar y experimentar con las cosas que ocurren en el mundo.
En la carrera aprendí muchas cosas de Claudi Esteva Fabregat, de Ignasi Terrades, de Maria Jesús Buxó, de Manel Delgado y también de mis compañeros de clase con los que tenía largas y trepidantes diatribas. Durante mi doctorado aprendí muchísimas cosas de mi director de tesis, Davydd J. Greenwood. Y, en el mundo profesional, he tenido muchos maestros. Especialmente tengo una gran deuda intelectual con Artur Serra, con quien colaboro desde hace más de diez años en proyectos de innovación y con quien estamos fomentando la tecno-antropología. La lista de personas con las que cada día me enriquezco profesional e intelectualmente es larga.
Mi consejo a lxs futuros anropólogxs es que sean creativxs, miren hacia el futuro y se inventen su propio trabajo. Sobre todo esto, que se inventen su propio trabajo mirando hacia el futuro. Que sean tenaces, pacientes y que nunca pierdan la curiosidad por las diferencias culturales.
La revolución digital es un fenómeno de una magnitud extraordinaria. Un cambio sistémico como el que está ocurriendo ha sucedido pocas veces en la historia de la humanidad. Sucedió con el cambio del mundo cazador-recolector al agrícola y, más tarde, con el cambio de las sociedades agrícolas a las industriales. La revolución digital aún está en su infancia. Queda muchísimo por descubrir y por hacer. Lxs antropólogxs deberían ocuparse tanto de conservar el conocimiento y las experiencias industriales y pre-industriales, como implicarse activamente en el diseño de la sociedad y la cultura digital. Para unx antropólogx del s. XXI, el mundo de la innovación y la creatividad con sus retos y sus tecnologías puede resultar tan fascinante y atractivo como la diversidad de experiencias a lo largo de la historia y de la geografía para unx antropólogx del s. XIX.
Por lo tanto, mi consejo es: ¡ánimo con lo que viene! Para tener trabajo hay que inventarse el trabajo.
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