Dime qué puedes hacer, no quién eres

El arte de presentarse como antropólogo en el mercado laboral

Júlia Reig – LinkedIn

Creo que los que hemos estudiado antropología tenemos una tendencia a identificarnos como antropólogos que puede llegar a ser poco práctica. Me explico.

Antropología como identidad

Yo tengo la costumbre de presentarme casi de esta manera: “Hola, soy Júlia. Soy antropóloga”. El hecho que soy antropóloga cae casi siempre en una de las primeras frases de mi presentación. Parece que la antropología es parte de quien soy, una de mis muchas identidades que decido accionar más a menudo. Estoy orgullosa de ser antropóloga. Veo el mundo con ojos de antropóloga. Y por eso quiero decirle a todo el mundo que soy antropóloga.

Bien, deciros que esta estrategia no me ha resultado muy práctica.

Al buscar trabajo, mi fijación con la antropología ha actuado como una anteojera. Por un lado, porque me he presentado como antropóloga a ofertas de trabajo donde la empresa no tenía ni idea de lo que era la antropología. O quizás tenían una idea muy limitada de lo que un antropólogo hace. Sin pensárselo dos veces, rechazaban mi currículum por no ser lo que buscaban – aunque obviamente podría haber hecho ese trabajo.

Por otro, porque me ha cerrado los ojos a la gran cantidad de trabajos que soy capaz de hacer. Recién graduada, tenía claro que como antropóloga podía trabajar con temas de género, migración, desarrollo, patrimonio cultural y museología. Ni se me pasó por la cabeza que podían haber otros campos donde podíamos emplearnos, más allá de los usuales. Y, como me consideraba antropóloga, ni los busqué. No eran para mí, creía yo.

Una llamada a la instrumentalidad

La fijación con la antropología me cortó las alas. Solicité miles de trabajos como antropóloga con ninguna o poca suerte. Y mirando atrás, lo entiendo. A parte de que nadie busca antropólogos per se, pocos entrevistadores tienen suficiente con que digas en la entrevista de trabajo que eres antropólogo. Aún menos tienen luego la paciencia para oír qué significa esto.

Lo que busca la entidad que te va a contratar es alguien con una serie de competencias y experiencia que va a poder hacer un trabajo concreto. Esto es lo que te hace único y apropiado para el  lugar de trabajo.

Esto significa que lo realmente importante es que, cuando solicites un trabajo, puedas responder a estas preguntas: ¿Con qué has trabajado anteriormente? ¿Cómo encaja tu perfil dentro de la oferta de trabajo y de la empresa? ¿Cuáles son tus competencias específicas (siempre que se apliquen a ese trabajo)? ¿Qué valor añadido puedes aportar (y aquí si quieres sí, como antropólogo) a ese puesto de trabajo?

Poniéndolo en práctica

Un ejemplo. Yo misma trabajo en el departamento de investigación de mercados de una empresa. En las entrevistas de trabajo, me presenté como alguien con experiencia previa en los campos de la investigación y la comunicación, que podía hacer investigaciones cualitativas y cuantitativas y evaluar proyectos, que podía utilizar una serie de programas informáticos especializados y que tenía interés en procesos de innovación. Además, añadí, mis estudios de antropología me otorgaban un enfoque centrado en las personas – algo que sin duda les interesaba.

En estas entrevistas nunca me presenté como antropóloga, o únicamente como tal. Me presenté como alguien que podía aportar algo muy concreto a la empresa. La antropología, la mencioné sobre todo en relación a las competencias que derivaban de esos estudios concretos.

Ahora me conocen como la antropóloga de la empresa, pero lo divertido es que si en la entrevista me hubiera presentado solo como antropóloga, no me habrían dado ese trabajo.

Si el mundo no se adapta a nosotros…

Con esto quiero decir que si queremos salir allí afuera, después de los estudios, y encontrar trabajo, tenemos que ser más instrumentales. El mundo no se va a adaptar a nosotros y de golpe van a aparecer cientos de ofertas de trabajo sola y únicamente para antropólogos. Somos nosotros quienes debemos adaptarnos al mundo. Para ello, tenemos que empezar a presentar la antropología como nuestros estudios, no como nuestra identidad. Está muy bien que nos sintamos antropólogos, pero una empresa no nos va a contratar por serlo. Las empresas buscan que aportemos valor con nuestro trabajo, y debemos ser capaces de poner en palabras ese valor añadido que traemos. El proceso de aprendizaje pasa por entender cuáles son las competencias que se buscan en el mercado, el lenguaje que se utiliza, hacerlo nuestro, y entrar en el juego.

Que quede claro que no me refiero a esconder que somos antropólogos. Yo estoy orgullosa de ser antropóloga y aún hago el “Hola, soy Júlia. Soy antropóloga” (la verdad es que, no lo neguemos, da algo de pedigree). Pero sí que pienso que a veces el insistir tanto en el soy antropólogo es más importante para nosotros mismos que para otros. Creo que lo utilizamos para construir, validar y defender nuestra propia identidad, ya que refuerza los lazos con una identidad compartida, hace referencia a la memoria colectiva de los años de universidad, crea comunidad con otros antropólogos y nos hacer rebozar de orgullo disciplinario. Es el “no estoy solo” y “lo valemos”, todo a la vez. Pero lo siento, tenemos que empezar a reconocer que es más importante para nosotros que para otros.

De la misma manera que estudiamos los más desamparados de nuestro mundo, es curioso que nosotros seamos de los grupos más desamparados en el mercado laboral. Creo que, del mismo modo que siempre estamos buscando las maneras en que los más subyugados tienen agencia, tenemos que empezar a encontrar nuestra propia agencia y hacernos valer.

La jungla del mercado laboral nos espera y uno se adapta, o muere por el camino.


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Un comentario sobre “Dime qué puedes hacer, no quién eres

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  1. Has dado en el clavo Júlia! Qué bueno que alguien lo destaque. Presentarse como antropólogo en un mundo poco familiarizado con lo que eso significa (asumiendo que uno lo sabe) transmite cierta egolatría.

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